¿Hasta qué punto Malintzin, más conocida como la Malinche puede ser considerada como un símbolo de liberación en la educación de México tras la llegada de los españoles y cómo se relaciona con el estudio sobre La Pedagogía del Oprimido por Paulo Freire?

Introducción:

      El propósito de este ensayo está dirigido a demostrar la hipótesis de que Malintzin —quien después sería bautizada como Doña Marina por los españoles—fue una sabiatlamatini en náhuatl—, a la manera en que Miguel León Portilla nos da a conocer en su tesis sobre la Filosofía Náhuatl[1]. Para ejemplificar la aseveración se decidió aunar las características que el tlamatini recibía en el Calmécac a la importancia que tuvo Malintzin en la dialéctica tras la batalla que hubo entre los españoles y los tlaxcaltecas en 1520. Finalmente, se hará una reflexión comparativa acerca de cómo la educación que se hipotetiza recibió Malintzin fue en términos de Paulo Freire, una educación que la encaminó a la liberación de su condición de oprimida procurando también liberar a otros indígenas oprimidos y a los opresores de esa condición[2].

      Para comenzar con el análisis de la pregunta de investigación, es necesario contextualizar la historia de quien fue Malintzin y cómo llegó al encuentro con los españoles.

Malintzin, yolteótl, corazón endiosado

      Malintzin, Malinalli, Malinche o Marina[3] eran los nombres que conformaron a una niña que se dice nació en una zona de Coatzacoalcos en Veracruz en la que se hablaba náhuatl[4]. Esto sucede porque su zona oriunda era reconocida por el constante traslado de la confederación azteca, denominada ‘imperio’ por los europeos[5]. Su fecha de nacimiento fue circa. 1500, ya que se desconoce con exactitud el año y sólo es sabido que no llegó a cumplir ni siquiera los 30 años de edad[6] [7]. Malintzin fue una niña errante de manera involuntaria. Malinalli signfica en náhuatl ‘hierba torcida’ y a la vez se le asociaba con la hermana de Huitzilopochtli llamada: Malinaxoch—flor de malinalli— quien fue abandonada por los mexicas por practicar brujería[8]. Se puede llevar a la interpretación que ella había nacido en el octavo signo denominado ce malinalli del calendario tonalpohualli: «el libro calendárico de la cuenta de los días o los destinos[9]». Dicho signo representaba mala fortuna; se decía que aquél que hubiera nacido bajo la influencia de éste, tendría prosperidad por un tiempo, pero pronto aquella buenaventura terminaría de forma fatídica. Se le asocia como una bestia fiera y que tendría muchos hijos de los cuales todos morirían de forma repentina[10].

      Después de haber sido hija de un señor y cacique de los poblados de Oluta y Jaltipan (Coatzacoalcos, Veracruz) —que también era conocida por su influencia maya—, pasó a ser esclava tras la muerte de su papá. Así pues, su mamá volvió a casarse con otro cacique con quien procrearon un hijo a quien ambos convenieron darle el cacicazgo. En efecto,  convenieron vender a la pequeña Malintzin a unos indígenas en el mercado de Xicalanco, Veracruz entre los límites de la zona náhuatl y la maya y con ello dejaron entredicho que había muerto[11],[12]. Más aún, fue ‘vendida’ por segunda ocasión al señor de Potonchán en Tabasco donde se tenía por lengua el maya chontal y el lugar en que aconteció la batalla del río Grijalva en 1519. Cabe señalar que aquel fue el primer enfrentamiento bélico en la Conquista entre españoles e índigenas de México en la que estos salieron vencidos[13].

Sobre los tlamatinime

      Antes de narrar las acciones que Malintzin realizó y por las cuales es considerada en este estudio como una auténtica tlamatini es conveniente primero describir la trascendencia que significaba ser considerado como tal.

Se parte de la  probabilidad de que Malintzin acudió al Calmécac que en La Filosofía Náhuatl de León Portilla es descrito como la escuela superior antes de la venida de los españoles[14]. El Cálmecac estaba protegido por el dios Quetzalcóatl y ahí era donde los tlamatinime preparaban a las niñas y niños (algunos desde que cumplían los seis años o desde que comenzaran a caminar) así como a jóvenes para servir en la comunidad. Lograban conocer sobre su cultura ancestral por medio de enseñanzas sobre la experiencia intelectual y espiritual —así como conocimientos astrológicos y cronológicos— para continuar con su propio autoconocimiento que los transformaría en sabios comprometidos con su realidad. Con ello, podrían persistir iluminando a otros en la Tlacapahualiztli, que también menciona León Portilla significaba: «sabiduría que se transmite a los rostros ajenos[15]».

     Ahora bien, así como estaba el Cálmecac abrigado por Quetzalcóatl, también hubo otra institución llamada Telpochcalli —casa de los jóvenes— a la que Tezcatlipoca protegía. Lo que nos enseña José María Kobayashi, es que en el Tepochcalli la base de sus aprendizajes estaba dada en convertirlos en guerreros y su propósito era obedecer de forma inmediata al tlatoani. Su educación no tenía una intención cultural, introspectiva ni del ‘arte del buen hablar’ sino de su adiestramiento hacia la milicia y establecerlos en el órden político religioso que dictaminaba el Estado; su destino se hallaba en el campo de batalla. No obstante, debían ser muy valientes y fortalecerse físicamente para cualquier batalla pues estaban influidos por la misticidad de Huitzilopochtli so pena debían honrarlo sabiendo trabajar en comunidad[16].

      Aún así la disciplina en ambas instituciones era muy rigurosa porque no se toleraba la ociosidad de ninguna manera. Respecto al Calmécac que es en esta ocasión el objeto de estudio, se tenían diversas costumbres para lograr lo que León Portilla cita sobre el omácic oquichtli, el ideal del hombre maduro:

El hombre maduro:

un corazón firme como piedra,

un rostro sabio,

dueño de una cara, un corazón,

hábil y comprensivo[17]

Para ello debían fortalecer la unión de su corporalidad con su espíritu. Dentro de las costumbres que tenían era barrer y limpiar la casa de todos desde la madrugada; iban por la comida, la leña, hacían figuras de barro o alguna creación dentro de la institución, se bañaban y luego iban a su monasterio a hacer penitencia así como orar. Las otras costumbres valen la pena citar: «[…]ninguno era soberbio, ni hacía ofensa a otro, ni era inobediente a la orden y costumbres que ellos usaban[…] les mostraban a los muchachos (a) hablar bien y saludar, y hacer reverencia[18]» Es demostrado que en realidad podía entrar cualquier niña o niño que fuera hijo ya sea de una familia de la nobleza—caciques— o de macehualtin —gente de pueblo—, la decisión yacía en los papás para escoger[19].

La Batalla de Centla y cómo Malintzin revela sus raíces aunadas al cielo

      La batalla en Tabasco sobre el río Grijalva,  fue el primer enfrentamiento bélico en la Conquista entre españoles e índigenas a la que estos salieron vencidos[20].

Después de haber rescatado a Jerónimo de Aguilar en Cozumel, los conquistadores llegaron a Tabasco donde les querían dar guerra los indígenas guerreros que ahí habitaban. Cortés por medio de Aguilar, les hizo saber que venían en paz como ‘hermanos’ y que deseaban hacer un trueque; se dice que les habló sobre muchas cosas sobre la paz y la unión[21]. Es necesario en este punto mencionar que los opresores para Paulo Freire, siempre se presentan con una falsa generosidad para legitimar su poder autoritario de decidir lo que se hará. El gran problema que acontece para los oprimidos es esa ruptura en que hallan una distancia entre mantener su identidad individualmente o ser arramblados a convertirse en la sombra del mismo opresor[22]. Es una adherencia casi involuntaria el convertirse de oprimido a opresor y sobre todo en el caso de que la mayoría del pueblo ‘común’ estaba educado como grupo guerrerero y no sabrían cómo meditar un cuestionamiento cauteloso a la situación vehemente sin sentirse inmediatamente a la defensiva[23]. Así pues, Díaz del Castillo enfatiza que  los indígenas pelearon intrépidos al ritmo de sus tambores y con una destreza desenvuelta manejaban sus lanzas y flechas. Aún así murieron 18 indígenas y sólo fueron heridos 14 españoles[24]. Además, los combates continuaron durante más días y los indígenas no clamaban en darse por vencidos porque encima dijeron que ellos eran más y seguirían luchando sin importar las condiciones ni circunstancias[25].

      Este primer encuentro bélico en la Nueva España marcaría el punto que Freire refiere al “miedo de la libertad”[26] ya que al salir los conquistadores victoriosos esta vez, —por estar con más ventaja de armamento y la aspereza tan intempestiva— hizo que incluso los indígenas pensaran que los españoles que iban a caballo, eran uno solo[27]. La búsqueda de la libertad es una exploración a perpetuidad y hay un miedo en cuanto llenar ese vacío en tanto seres inconclusos, como menciona Freire. Abrirse ante la conciencia del Otro opresivo es un acto solipsista que dentro del encierro de la dominación, produce cierto desconcierto. Es un enfrentamiento a algo nuevo que reverbera del opresor al interior del oprimido.

      Se debe agregar que tras todas las peripecias acontecidas y la derrota, llegaron los caciques de los pueblos aledaños a pedir perdón a los conquistadores pero Cortés les respondió a través de Aguilar su descontento. Comenzó a alardear de que venían por órdenes de un gran emperador llamado Carlos I. Así mismo, para intimidar a los indígenas alzaron un plan para que los caballos relincharan y patearan amarrados para que los caciques temieran de su enojo por no someterse ante ellos y en efecto, sí lograron su cometido[28]. Por ello les trajeron gallinas, pescado y fruta y así se envolvieron en la negación de poder ser más, el desasosiego de no volver a encontrar libertad fue lo que acordonó sus pensamientos. Freire menciona:

[…] prefiriendo la gregarización a la convivencia auténtica, prfiriendo la adaptación en la cual su falta de libertad los mantiene a la comunión creadora a que la libertad conduce[…]Quieren ser, mas temen ser[…]Entre desalienarse o mantenerse alienados. Entre seguir prescripciones o tener opciones[…]Entre decir la palabra o no tener voz, castrados en su poder de crear y recrear, en su poder de transformar el mundo[29].

Y es que los conquistadores comenzaron a exigir y demandar que dejaran a sus ídolos y sacrificios e incluso se construyó un altar tanto de la cruz de Jesús y otro altar de la imagen de Su Señora en una ceiba. Después de haber nombrado el pueblo Santa María de la Victoria, se bautizaron a las 20 mujeres que habían sido ofrendadas por los caciques para aliviar la cólera de los españoles.

Entre ellas se hallaba Malintzin que fue bautizada como doña Marina. Es decir, por tercera vez fue destinada a otro ‘poseedor’ que ahora era le ‘pertenecía’ a Cortés[30][31].

      Resulta alegórico este entretejido de lenguas que se fueron impregnando en la memoria deambulante de Malintzin ya que su camino volátil fue el que la encauzaría a la triada lingüística que formaría entre Jerónimo de Aguilar, —clérigo preso de mayas yucatecos después de un naufragio en 1511— y el capitán Hernán Cortés:

[…]Y la doña Marina tenía mucho ser y mandaba absolutamente entre los indios en toda la Nueva España[…] doña marina sabía la lengua de Guatzacualco, que es la propia de México, y sabía la de Tabasco, como Jerónimo Aguilar sabía la de Yucatán y Tabasco, que es toda una; entendíase bien, y Aguilar lo declaraba en castellano a Cortés; fue gran principio para nuestra conquista, y así se nos hacían todas las cosas, loado sea Dios, muy prósperamente. He querido declarar esto porque sin ir doña marina no podíamos entender la lengua de Nueva España y México[32].

Cuando llegan a la villa de Guazacualco, Malintzin se reencuentra con su madre bautizada como Marta y su medio hermano bautizado como Lázaro. Cuando se vieron, la mamá comenzó a llorar porque creía que ella había estado planeando matarlos por que lo que habían hecho con ella en Xicalango. Sin embargo, es aquí donde comienzan a alumbrarse las características del tlamatini: «Un espejo horadado, un espejo horadado por ambos lados» León Portilla lo traduce como: texcatl necuc xapo y lo interpreta como un órgano de contemplación del mundo y las cosas humanas[33]. Yo por otro lado, al ver que la reacción de Malintzin fue de un dulce consuelo hacia su madre, diciéndole que no temiera, que ella la perdonaba porque entendía que no sabía lo hacía cuando la cedieron[34]. En cuanto al espejo horadado yo lo interpreto como un simbolismo del reflejarse en El Otro. Un espejo que acerca la mirada del que ahí se descubre, en el ser que es aquél, que aunque hay una distancia, logra comprender su vulnerabilidad en tanto humano.

      Más adelante, en 1519, deciden los conquistadores trasladarse de Cempoala, Veracruz a Zautla, Puebla donde contrajeron cierta simpatía con el cacique Olintetl que al principio estaba renuente y disgustado. Y así, de nuevo a través de la imposición les dijeron que estaban ahí para frenar los sacrificios del gran Montezuma, el consumo de carne humana y que adoraran a sólo un Dios, el suyo.           

 Después, concretaron con sus vasallos de Cempoal que el mejor camino era por Tlaxcala[35].  No obstante, ahí también les tuvieron mucha desconfianza porque venían de pueblos donde adoraban a Montezuma y por medio de sus mensajeros de Cempoal les dijeron que los matarían y comerían sus carnes a pesar de la insistencia de una cofradía. En efecto, tuvieron una batalla con los tlaxcaltecas y se quedaron con tres prisioneros a los que soltaron y Díaz del Castillo menciona: «[…]y doña Marina y Aguilar les halagaron y dieron cuentas, y les dijeron que no fuesen más locos y que viniesen de paz, que nosotros los queremos ayudar y tener por hermanos[36]». Es necesario detenerse aquí para reflexionar acerca de lo que Margo Glantz menciona sobre la lengua ya que Díaz del Castillo se refiere en múltiples ocasiones a Aguilar —sobretodo—como ‘la lengua’. La lengua dentro de lo que cita Glantz es: «el intérprete que declara una lengua con otra, interviniendo entre dos de diferentes lenguajes[37]» Dicha intervención, se hilvana con lo que significa ser un faraute: «[…]el que interpreta las razones que tienen entre sí dos de diferentes lenguas[…]entre personas que no se han visto ni careado, fiándose ambas las partes dél[38]». La forma en que convivieron con los prisioneros Malintzin y Aguilar, fue un acto que aunque fue despreciado de manera agresiva y amenazante al principio por el cacique Xicotenga, muy probablemente influyó de forma positiva en el acercamiento y templanza entre los vasallos ya que se menciona que los prisioneros perdieron el miedo[39].

      Otro de los puntos que menciona León Portilla sobre el tlamatini es: «Gracias a él, la gente humaniza su querer y recibe una estricta enseñanza», esto es traducido como netlacaneco y es importante ligarlo con la manera ética a la que se acercaban a los demás era con respeto sabiendo lo que era tratar con un ser humano[40]. Considero que Malintzin aquí, a pesar de que eran supuestos enemigos, supo ver que no eran nada diferentes en esencia que ella ni que nadie de los conquistadores. Fue un acto bondadoso. Lo que nos dice Freire en este sentido es que liberarse de la fuerza opresora es un acto reflexivo que implica una apertura a condiciones de posibilidad que son contrarias a lo opresivo[41].  Los asaltos continuaron en contra de los españoles pero es dicho de Malintzin:

[…]cómo doña Marina, con ser mujer de la tierra, qué esfuerzo tan varonil tenía, que con oir cada día que nos habían de matar y comer nuestras carnes con ají, y habernos visto cercados en las batallas pasadas, y que ahora todos estábamos heridos y dolientes, jamás vimos flaqueza en ella, sino muy mayor esfuerzo que de mujer [42]

Esta aseveración también es probable que se diera a causa de la disciplina e integridad que les enseñaban en el Cálmecac relacionado a las aptitudes de prudencia, voluntad y fuerza en el ánimo ante la adversidad[43].

      Después de las tres batallas que hubieron entre los tlaxcaltecas y españoles mandaron éstos a sus lenguas y mensajeros para una vez más intentar hacer la paz con los principales caciques: Maseescaci y Xicotenga el Viejo y así se hizo acordando ir en contra de Montezuma bajo una planeación precavida[44]. Empero, para ello debían pasar por Cholula y resultaba que sus habitantes eran tributarios de Montezuma. Aún así, fueron todos muy cautelosos y entre las tensiones dadas entre los cholultecas, los españoles y tlaxcaltecas, Montezuma ya había dado el mandato de que fuera en Cholula donde asesinaran a los conquistadores. Sin embargo, Malintzin se encuentra con una indígena cacique que sabía toda la trama de la confabulación que se tenía por parte del emperador Montezuma y se lo cuenta porque al verla tan exquisita y opulenta en joyas y tesoros, deseaba que se fuera con ella para casarla con su hijo. Pero entonces, Malintzin agradecida, tomó la decisión de intervenir y contárselo a Cortés. Esta acción fue determinante para que no se derramara más sangre e inclusive Cortés logró que los de Cholula y los de Tlaxcala entablaran una amistad que al parecer permanecería por mucho tiempo[45]. En este sentido, la ética señalada dentro del tlamantine recidía en el: tlamanitiliztli que León Portilla traduce citando a Fray Alonso Molina: «conjunto de las cosas que deben permanecer» y con base en ese criterio era como decidían acerca de lo bueno o lo malo[46]. Lo bueno era lo conveniente, lo recto; y partiendo de aquello, se puede reflexionar que lo que debía permanecer era la vida de los cuatro grupos en ese momento: Españoles, tlaxcaltecas, cholultecas y mexicas. El rostro y el corazón deberían permanecer para que pudiera seguir cultivándose otro de los puntos de un tlamatini: «Una luz, una tea, una gruesa tea que no ahuma[47]» Es decir, quien cultiva una luz en los demás, sin que ella sea cegante o borrosa. Lo suficientemente fuerte para que El Otro halle en su camino introspectivo el saber que lo redima. Y así pienso que Malintzin actuó. Creo que convino en decirle a Cortés porque ella sabía dentro del marco contextual en que se ajustaban las intenciones que ella veía, muy probablemente pensó en que Cortés no buscaba más guerras y que genuinamente buscaba ir en paz.

Conclusión

      Creo que es importante concluir con el pensamiento de Paulo Freire: «La pedagogía del oprimido, que busca la restauración de la intersubjetividad, aparece como la pedagogía del hombre[48]» Y aquello es deslizado no con pasos violentos en la extrema polaridad de lo mismo que hace el opresor, sino concebir la superación de las contradicciones para abrir la condición posibilitante de un diálogo, de una lengua faraute que pueda poner un espejo delante de los demás. Dentro del capítulo de la conquista que se estudio esta vez, se puede pretender una desvalorización de Malintzin por haber ‘ayudado’ a los españoles cuando en realidad sólo deseaba entablar la intersubjetividad mencionada entre ambas culturas. Si se hubiera convenido no oprimir a los opresores desde un primer momento, no hubiera habido tanta sangre derramada aunque naturalmente ese fue el primer acercamiento involuntario. Esto no quiere decir que debieron haber actuado pasivamente a su dominación porque eso también es un resultado de la enajenación que causa la imposición[49]. Empero, pienso que Malintzin en tanto usó la lengua como símbolo de liberación, no sólo logró en su contexto una emancipación de la violencia, sino también concibió una apertura de los rostros de los demás para cuestionar si verdaderamente eran oprimidos, opresores o eran más. Yvonne Montaudon, la describe de forma muy atinada:

Soñadora y ambiciosa, Malintzin era el tertius gaudens que guiaba los procesos de relación, ya propiciando la concordia, ya balanceando las contradicciones, y, en todo caso, eliminando los elementos incompatibles entre ambos mundos de sentido. Convocaba, mandaba, interrogaba, reclamaba, negociaba y fijaba medidas y condiciones. Mintió a unos y a otros y «les propuso a ambos el reto de convertir en verdad la gran mentira del entendimiento», es decir, pretendía que se interpretara la entrega de uno mismo como reto para el otro[50].

El ser más es lo que considero que Malintzin impregnó en su camino como mensajera y voz. Quizá no pudo liberar del todo a los opresores, pero sí fue el puente dialéctico de enseñanza entre ambas culturas y aquello recae en un cuestionamiento más comprometido  entre las dicotomías entre el bien y el mal absoluto[51]

Considero que este trabajo me ayuda en mi carrera porque descubrí cosas que no sabía y sobre todo acerca de la educación que nuestros antepasados llevaron durante una crisis tan fuerte como la conquista. Pienso que es importante retomar varias cosas de su pensamiento para seguir ayudando a que los demás se conozcan porque sólo así podrán liberarse de retornar en el sufrimiento. Una educación sin colonizar es abrir condiciones de posibilidad para que El Otro sea un ser que armonice en la sociedad y también dialogue nuevos espacios de problematización. Lo importante creo que está en no dar las respuestas fáciles, sino llevar a que las personas se autocuestionen cuando hacen daño a los demás o a sí mismos.

Bibliografía:

Mitologías Hoy 2011: 13.

  • Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). «La batalla de Centla fue el primer capítulo de la Conquista”. Gobierno de México: El Instituto Nacional de Antropología e Historia. 19 Jun. 2015. Gobierno Federal de los Estados Unidos Mexicanos. 13 Mayo 2020. Recuperado de: https://www.inah.gob.mx/boletines/382-la-batalla-de-centla-fue-el-primer-capitulo-de-la-conquista.
  • Karttunen, Frances E. Between Worlds: Interpreters, Guides, and Survivors. United States of America: Rutgers University Press, 1994. Digital.
  • Kobayashi, José María. La educación como conquista. Quito, Ecuador: Abya-Yala, 1996
  • León Portilla, Miguel. La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes.

México: Universidad Autónoma de México: Instituto de investigaciones históricas, 1996.


[1] León Portilla, Miguel. La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes.

México: Universidad Autónoma de México: Instituto de investigaciones históricas, 1996.

[2] Freire, Paulo. Pedagogía del Oprimido. México: Siglo XXI, 2007.

[3] Glantz, Margo. “La Malinche: la lengua en la mano”. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes. Fundación Biblioteca virtual Miguel de Cervantes Saavedra. 2006. Página web. 5 de may. de 20. http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-malinche—la-lengua-en-la-mano-0/html/6daba5d3-e7eb-42c0-b258-a77fb077a952_7.html#I_0_

[4] Karttunen, Frances E. Between Worlds: Interpreters, Guides, and Survivors. United States of America: Rutgers University Press, 1994. Digital. p. 5.

[5] Flores Farfán, José Antonio. “La Malinche, portavoz de dos mundos”. UNAM. S.f.: 19. Publicación digital, p. 119. Recuperado de: http://www.revistas.unam.mx/index.php/ecn/article/view/9326/8704

[6] Cfr. Flores Farfán, p. 19.

[7] Cfr. Karttunen, Frances E., p. 5.

[8] Grillo, Rosa María. «El mito de un nombre: Malinche, Malinalli, Malintzin.»

Mitologías Hoy 2011: 15, 16. Recuperado de: https://revistes.uab.cat/mitologias/article/view/v4-grillo/15

[9] Cfr. Flores Farfán, p. 22.

[10] De Sahagún, Bernardino. Capítulo XV: «Del octavo signo llamado ce malinalli y de su adversa fortuna. La segunda casa de este signo teníanla por buena, y universalmente todas las casas de nueve arriba, conviene a saber décima, undécima, duodécima y décimo tercera, las tenían por buenas.» Historia general de las cosas de Nueva España. México, D.F.: Pedro Robredo, 1938. p. 329.

[11] Cfr. Flores Farfán, p. 124.

[12] Díaz del Castillo, Bernal . «Cómo Doña Marina era cacica, e hija de grandes señores, y señora de pueblos y vasallos, y de la manera en que fué traída a Tabasco.»

Historia verdadera de la conquista de la Nueva España Tomo I. México, D.F.: Pedro Robredo, 1939. pp. 145-148. Recuperado de: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/historia-verdadera-de-la-conquista-de-la-nueva-espana-tomo-i–0/html/481f665e-69c1-4064-9d6a-6333c5711ecc.htm

[13] Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). «La batalla de Centla fue el primer capítulo de la Conquista. «Gobierno de México: El Instituto Nacional de Antropología e Historia. 19 Jun. 2015. Gobierno Federal de los Estados Unidos Mexicanos.. 13 Mayo 2020 https://www.inah.gob.mx/boletines/382-la-batalla-de-centla-fue-el-primer-capitulo-de-la-conquista.

[14] Cfr. León Portilla, p. 64.

[15] Cfr. León Portilla, pp. 221,222.

[16] Kobayashi, José María. La educación como conquista. Quito, Ecuador: Abya-Yala, 1996, pp. 71-73; 77,78.

[17] Cfr. León Portilla, pp. 228, 229.

[18] De Sahagún, Bernardino, Capítulo VIII, “De las costumbres que se guardaban en la casa que se llamara Calmécac, donde se criaban los sacerdotes y ministros del templo desde niños, pp. 296-298.

[19] Cfr. León Portilla, pp. 224, 225.

[20] Cfr. Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

[21] Cfr. Díaz del Castillo, Bernal, Capítulo XXXI: “Cómo llegamos al río Grijalva, que en lengua de indios llaman Tabasco, y de la guerra que nos dieron y lo que más con ellos pasamos, pp. 127, 128.

[22] Freire, Paulo, pp. 23-25.

[23] Kobayashi, José María, p. 69.

[24] Cfr. Díaz del Castillo, Bernal, pp. 129, 130.

[25] Cfr. Díaz del Castillo, Bernal, Capítulo XXXII: “Como mandó Cortés a dos capitanes que fuesen con cada cien soldados a ver la tierra dentro, y lo que sobre ello nos acaeció”. pp. 131-133.

[26] Freire, Paulo, p.25.

[27] Cfr. Díaz del Castillo, Bernal, Capítulo XXXIV: “Cómo nos dieron guerra y una gran batalla todos los caciques de Tabasco y sus provincias, y lo que sobre ello sucedió”. Pp. 135-138.

[28] Cfr. Díaz del Castillo, Bernal, Capítulo XXV: “Cómo envió Cortés a allamar a todos los caciques de aquellas provincias, y lo que sobre ello se hizo”, pp. 138-140.

[29] Freire, Paulo, p. 27.

[30] Cfr. Flores Farfán, p. 121-124.

[31] Cfr. Karttunen, p. 5.

[32] Cfr. Flores Farfán, p. 125.

[33] Cfr. León Portilla, pp. 64-66.

[34] Cfr. Díaz del Castillo, p. 147.

[35] Cfr. Díaz del Castillo, Capítulo LXI: “Cómo ordenamos de ir a la ciudad de México, y por consejo del cacique fuimos por Tlaxcala, y de lo que nos acaeció, así de rencuentros de guerra como otras cosas que nos avinieron”, pp. 212- 218.

[36] Cfr. Díaz del Castillo, Capítulo LXIV: “Cómo tuvimos nuestro real asentado en unos pueblos y caserías que se dicen Teoacingo o Teuacingo, y lo que allí hicimos, pp. 226, 227.

[37] Cfr. Glantz, Margo, “Entremetida y desenvuelta”.

[38] Cfr. Glantz, Margo, “Y aquí se dijo entremetido el bullicioso”.

[39] Cfr. Díaz del Castillo, 227

[40] Cfr. León Portilla, pp. 70, 71.

[41] Cfr. Freire, Paulo, pp. 29, 30.

[42] Cfr. Díaz del Castillo, p. 235.

[43] Cfr. León Portilla, pp. 229.

[44] Cfr. Díaz del Castillo, Capítulo LXVII: “Cómo tornamos a enviar mensajeros a los caciques de Tlaxcala para que vengan de paz, y lo que sobre ello hicieron y acordaron”, pp. 239-240.

[45] Cfr. Díaz del Castillo, Capítulo LXXXIII: “Cómo tenían concertado en esta ciudad de Cholula de matarnos, por mandado de Montezuma, y lo que sobre ello pasó” pp. 286-290.

[46] Cfr. León Portilla, pp. 234-236.

[47] Cfr. León Portilla, p. 66.

[48] Cfr. Freire, Paulo, p. 32.

[49] Cfr. Freire, Paulo, p. 41.

[50] Montaudon, Yvonne. «Doña Marina: las fuentes literarias de la construcción bernaldiana de la intérprete de Cortés: I.3. Marina a partir de las fuentes indígenas y de las crónicas españolas: un retrato. «Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. 2020. Biblioteca Miguel de Cervantes Saavedra. 14 May. 2020 http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/doa-marina-las-fuentes-literarias-de-la-construccin-bernaldiana-de-la-intrprete-de-corts-0/html/87db9565-9855-4129-b417-132fc8d62b57_23.html#I_9_.

[51] Cfr. Freire, Paulo, p. 43-47.

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